En estos días he preparado dos recetas de scones totalmente diferentes y, aunque el otro es más sencillo y está bueno, este es más rico y con una textura única y que no había probado antes.
La receta la he sacado del libro “Tea with Bea”. Un libro que tengo desde hace meses y del que he preparado varias cosas que han salido riquísimas (todas con unas fotos de babear al verlas).
Como explica, lo más importante a la hora de hacer scones (incluso más que los propios ingredientes) es, sin duda, el método. El amasado y la temperatura de los ingredientes es crucial para que nos queden unos scones sabrosos, ligeros, arenosos y para nada duros. Los ingredientes tienen que estar fríos, por eso se refrigeran varias veces, pero ya os digo que merece la pena. Esto hace que la mantequilla siempre esté fría y no suelte agua y que el gluten no haga efecto (o el efecto sea mínimo) hasta que están en el horno. Siguiendo estos sencillos pasos obtendremos los mejores scones. Incluso podemos adaptar el método a otras recetas de scones.
Ingredientes (24 scones de Tea with Bea)
☆ 600 g de harina
☆ 75 g de azúcar superfino
☆ 1/4 cucharadita de sal
☆ 5 cucharaditas de levadura química
☆ 240g de mantequilla sin sal FRÍA (cortadas en
porciones de un centímetro más o menos)
☆ 2 huevos L
☆ 120ml de leche
☆ 130ml de nata 33%, de montar o crema de leche
batida o chantilly.
Preparación:
- Ponemos la harina, el azúcar, la sal y la
levadura química en un bol. Revolvemos con una
cuchara de madera. A continuación, añadimos la
mantequilla fría y removemos con las manos (o sino
con una amasadora con el complemento de pala o
gancho) hasta conseguir una consistencia arenosa.
Reservamos en la nevera durante 10 minutos.
- Por otro lado, ponemos en un bol los huevos la
leche y la nata y removemos ligeramente.
Reservamos en la nevera durante 10 minutos.
- Precalentamos el horno a 180°. Este paso es
crucial para nuestros scones pues el horno ha de
estar caliente. Es recomendable dejar dentro la
bandeja e introducir los scones en el papel de
horno directamente.
- Unimos el contenido de los dos boles y removemos
un poquito. Tan pronto como se haya integrado la
parte líquida en la sólida, dejamos de remover.
De esta forma evitaremos que el gluten empiece a
actuar en presencia de los líquidos, tornando la
masa cada vez más pegajosa y difícil de manejar,
lo que haría que necesitásemos poner más harina y
con ello nos quedaría unos scones más duros y
secos.
- Es decir, menos es más. Cuanto menos mezclemos
la masa (a partir de que esté integradas las
partes), mejor. Esta es la clave de unos buenos
scones.
- Formamos una bola y refrigeramos 10 minutos.
- Ponemos harina en la superficie de trabajo. Con
la ayuda de un rodillo estiramos la masa. Debe
tener un grosor de medio centímetro. Con la ayuda
de un cortador circular cortamos nuestros círculos
de masa y los ponemos sobre papel de horno.
- Inmediatamente los metemos en el horno durante
unos 20-25 minutos (según nos guste de dorado).
Si vemos que, sobre los 10 minutos, es está
haciendo demasiado, podemos bajar un poco la
temperatura (en la receta lo baja a 170ºC).
¡Y listo! los scones se suelen presentar rellenos…
aquí os dejo mi idea, con mermelada de naranja
casera y nata montada… delicioso!