Llevo un tiempo haciendo recetas con naranja y es que en casa tenemos un montón y, claro, no nos basta con unos ricos zumos. Así que, viendo un librito bastante antiguo de Maicena, vi esta receta y no pude resistirme a hacerlo.
Es una receta de estas super fáciles de hacer, de las que no da pereza. Se asemeja a una crema pastelera, pero tiene el inconfundible sabor de la naranja.
Y sabe a naranja de verdad. No como los zumos artificiales o caramelos con sabor a naranja. Eso sí, si creéis que os va a resultar un poco fuerte, podéis reducir la cantidad de ralladura tanto de naranja como de limón, que es lo que más sabor da. Lo mismo que, si tenéis intolerancia a la lactosa, podéis cambiar la mantequilla final por margarina o no poner nada.
En un cazo antiadherente ponemos la maicena, el azúcar, la sal, las ralladuras y los huevos. Removemos bien hasta que se integre.
A continuación, ponemos el resto de ingredientes líquidos: los zumos y el agua. Mezclamos hasta conseguir un líquido homogéneo y llevamos a fuego suave.
Veréis que la mezcla tiene una espumita y es líquida. Conforme vayamos moviendo la preparación, irá desapareciendo esa espuma, por lo que no hace falta quitarla con una espumadera. No dejamos de mover hasta que hierva, momento que habrá adquirido ya cierta consistencia.
En ese momento, movemos durante 2-3 minutos más y retiramos del fuego. Agregamos la mantequilla y movemos. Dejamos que se enfríe moviendo de vez en cuando para evitar que se forme una costra.
Cuando esté templado, pasamos a los recipientes individuales y a la nevera, mínimo 2 horas, para poder así servirlo bien frío.
¡Y listo! ¿A qué es fácil? ¡solo hay que estar pendiente y moverlo!