¡Buenas! qué tal todo? ya empieza la libertad del verano y con ella, los dulces más ligeros y fresquitos. No sé vosotros, pero a mí lo de encender el horno ahora me da sudores solo de pensarlo. Ufff! qué calor!! Por eso, mejor hacer algo fresquito, que no requiere más de 10-20 minutos de nuestro tiempo y cuyo resultado es delicioso, ya os lo digo desde aquí 😛
Ingredientes
♡ 125g de almendras garrapiñadas
♡ 2 claras
♡ 250ml de nata para montar
♡ 100g de miel
♡ 1 cda de azúcar (más una de agua)
♡ 1 pizca de sal
Elaboración
- Picamos las almendras garrapiñadas y separamos
las claras de las yemas. Montamos la nata. Es
importante que esté bien fría para que quede firme
(pero ¡cuidado! si nos pasamos batiendo se puede
cortar… en cuanto veas que al pasar la batidora
se quedan marcados los surcos y no se borran, ya
está listo). Le introducimos las almendras picadas
finas con movimientos envolventes. Reservamos.
- Por otro lado, ponemos en una sartén la miel
junto a una cucharada de agua y el azúcar. A fuego
suave, dejamos que se haga líquido. Retiramos y
dejamos atemperar.
- Por último, batimos las claras con una pizca de
sal hasta que esté a punto de nieve. Incorporamos
la miel y, cuando lo esté, añadimos la mezcla de
nata.
- Cuando esté mezclado todo, lo ponemos en un
recipiente apto para el congelador y congelamos,
al menos, durante 4 horas (aunque os recomiendo
mínimo toda la noche… con las horas gana al
asentar los sabores).
¡Y listo! no necesitamos heladera ni remover la
mezcla porque la miel impide que cristalice y
queda cremoso.